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lunes, 5 de enero de 2015

loneliness

El corazón le latía rápido, muy rápido. Demasiado rápido.
Se restregó las lágrimas de los ojos y lo miró.
Chau le dijo, y en medio de la palabra su voz se desvaneció. Chau Repitió con más firmeza.
Se miraron por última vez.
Lo abrazó con una esperanza desesperada de convencerlo. Pero no.
Se separaron lentamente, sin dejar de mirarse.
Una voz en un parlante dijo: Flechabus anuncia la partida en quince minutos por plataforma 27 con destino a Tucumán.
Cerró los ojos con tristeza mientras él se alejaba. Lejos.
30 días no son tanto. Repetía como un mantra. No son tanto.
Pero en la soledad de enero, treinta días eran todo.
La voz molesta del parlante repitió, irritándola: Flechabus anuncia la partida en cinco minutos por plataforma 27 con destino a Tucumán.
Escuchó el motor del micro al encenderse y se estremeció. Estaba pasando.
Contuvo el llanto como alguien que estaba acostumbrado a hacerlo.
Finalmente lo vio subir al colectivo sonriendo y hablando con sus compañeros de viaje con una felicidad desbordante.
Por un segundo los odió, los envidió, los miró envenenada. Pero duró solo eso: un segundo. Era su último recurso.
Inmediatamente se recompuso, no los odiaba, no eran sus enemigos. Pero, ¿tenían que ensuciarle la despedida?
Cuando el micro se alejó de la plataforma se permitió llorar, aunque fuera sólo un poco.
Más tarde, esa misma noche, lloraría sola en su habitación escuchando Coldplay, porque esa era la forma correcta de llorar las partidas.
30 días no son tanto. Repetía como un mantra. No son tanto.
Pero en la soledad de enero, treinta días eran todo. 

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