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jueves, 1 de agosto de 2013

RADIO

Bueno, ya es momento de asumir que Bariloche terminó. Si me tengo que poner a contar TODAS y CADA UNA de las cosas que viví en mi hermoso, adorado, magnífico, esperado y triunfal viaje de egresados, no termino nunca. Me enamoré. Simplemente me enamoré. De la falta de responsabilidades, de la convivencia entre amigas, del desgaste físico, de la comida, de la libertad, de los chistes, la desenvoltura, de todo
Todo era estar en el Ausonia y al segundo día manejarse mejor que en su propia casa. Todo era SER el Ausonia. Manejarse por Roket como si fuera Ruta, o por Genux como si fuera Block. Éramos nosotros, estábamos en el lugar indicado y hacíamos lo que queríamos. Si queríamos hacer amigos, ahí estaban. Si queríamos encontrar amores, ahí estaban. Si queríamos pasarla bien, Grisu, ByPass, Roket, Genux, Cerebro: BA RI LO CHE. 
Fue sin duda una de las mejores experiencias de mi vida, nadie te juzga, nadie te controla. Sos vos mismo, o lo que quieras ser. Pero SOS. Inevitablemente conocés gente, te pasás nombres, teléfonos y ampliás tu conocimiento del mundo y de las personas que por ahí ves todos los días, pero nunca mirás. Es maravillosísima la facilidad con la cual hacés amistades. Yo volví con vínculos que ya tenía, pero pasaron de ser indistintos a ser excepcionales. Bariloche te cambia. Y los cambios son buenos.










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